domingo, 9 de noviembre de 2014



          DOMINGO, MALDITO DOMINGO




A pesar de que el domingo ha amanecido luminoso en mi pedazo de playa, me siento cansado y triste. Pero sobre todo, humillado por el Gobierno de mi propia Nación. Parodiando a Churchill, en España nunca tantos recibieron tanto daño de tan pocos. En mi ámbito próximo y en otros más lejanos he escuchado hasta la saciedad acusar a la Generalidad catalana de deslealtad, como si su comportamiento no fuera el consentido y previsible. Por eso, la única deslealtad que yo veo es la de un Gobierno que miente a los españoles haciéndoles creer que el espectáculo catalán no es real. Que la consulta no existe, que las votaciones y las urnas son ilusorias y que mañana todo se arreglará porque a Mas y a sus secuaces les sobrevendrá un súbito ataque de sentido común.

A pesar de que la consulta de hoy no es consulta y de que las votaciones no son votaciones, a estos hechos fantasmales concede Radio Nacional de España una atención inusitada: hasta los fantasmas se materializan a fuerza de tanto convocarlos. Me he desayunado con conexiones a los colegios electorales catalanes que no existen, con porcentajes de votantes que en realidad no lo son y hasta con los comentarios favorables a la libertad de los catalanes para decidir su futuro sin contar con el resto de los españoles por boca de un parlamentario escocés, que ha acudido a Barcelona con la misma glotonería con la que acuden las moscas a la miel, o a la mismísima mierda.




Después del 23-F y del golpe de sangre del 11-M, la consulta que hoy domingo tiene lugar en Cataluña es el peor atentado contra el Estado democrático que España recibe desde la muerte de Franco, porque viene propiciado y dado por instituciones del propio Estado. ¿Dónde queda la Constitución? ¿Dónde el Estado de Derecho? ¿Dónde la igualdad de todos los españoles para decidir su futuro? La respuesta es bien sencilla: en la basura.




La postura de Rajoy ante la desaparición del Estado democrático parece sacada de aquella canción de los Chichos que estuvo tan de moda hace años: “Cojo la cachimba y me pongo ciego”. Contra la capacidad de ver está el recurso de mirar hacia otra parte. De negar la realidad, de mentirnos a todos los que creemos en la existencia de una vieja nación que se llama España, no ese “Estado Español” al que se refieren los independentistas y sus palmeros del PSOE y de Izquierda Plural.

Después del 11-M, todo es 11-M", escribió lúcidamente alguien a propósito de los atentados en los trenes de cercanías de Madrid, que a estas alturas todavía carecen de autoría probada, porque ninguno de los dos grandes partidos que se turnan en el Gobierno han querido revelárnoslo. De igual forma, a partir de hoy domingo, en nuestra realidad nacional ya no habrá días históricos: solo días histéricos. Al menos, hoy estoy de acuerdo con la viñeta que Forges publica en el diario El País.





Bajaré a mi playa para dejar vagar la mirada por el horizonte del mar, tan azul como siempre que sopla la brisa de Poniente. Aunque durante todo el día me perseguirán los versos tristes de Quevedo:


                        Miré los muros de la patria mía,
                        si un tiempo fuertes ya desmoronados
                        de la carrera de la edad cansados
                        por quien caduca ya su valentía.

                        Salime al campo: vi que el sol bebía
                        los arroyos del hielo desatados,
                        y del monte quejosos los ganados
                        que con sombras hurtó su luz al día.

                        Entré en mi casa: vi que amancillada
                        de anciana habitación era despojos,
                        mi báculo más corvo y menos fuerte.

                        Vencida de la edad sentí mi espada,
                        y no hallé cosa en que poner los ojos
                        que no fuese recuerdo de la muerte.


"El sueño de la razón produce monstruos"



Comentario publicado en Facebook el lunes 10 de noviembre


             
                    CELTIBERIA SHOW






Como era de esperar, todos los medios informativos españoles dedican sus espacios a analizar las esperpénticas votaciones de ayer en Pujolandia, más propias del paisanaje retratado por Berlanga en “La escopeta nacional” que el que debería ofrecer una nación europea seria y solvente en el primer tercio del siglo XXI. Lo peor de todo es que la función apenas si ha comenzado: la Generalidad catalana, que lleva años justificando su desgobierno bajo el lema de “Espanya ens roba” a través de una campaña indigna sufragada por todos los españoles, ya ha anunciado su voluntad de mantener la programación.







No sé lo que vendrá a continuación. En realidad nadie lo sabe. Pero no creo equivocarme si digo que una aplastante mayoría de españoles, en la que incluyo a los catalanes, está harta de la comedia bárbara que ofrecemos al mundo, magnificada por una parafernalia mediática absolutamente infumable. Porque no es verdad que el descrédito de este celtiberia show interminable recaiga sobre Cataluña: es la imagen de España la que aparece retratada con unos tintes burlescos que los españoles, y no solo por contribuyentes, no estamos dispuestos a seguir consintiendo. La pugna entre realidad y ficción ha tocado fondo y es al Gobierno de la Nación al que corresponde echar el telón, y hasta bajar el cortafuegos si es preciso, a un espectáculo que apesta a nazifascismo desde hace demasiado tiempo. Estamos hartos. Que cambien la programación o que cierren el teatro y despidan a tan atrabiliaria compañía. Con la Ley en la mano. Porque el tiempo apremia y mañana será tarde.










No hay comentarios:

Publicar un comentario