jueves, 22 de agosto de 2013

El Vaticano haría bien en callar antes que
 defender a los Hermanos Musulmanes

Concentración de los Hermanos Musulmanes en el campamento
de la plaza de la Mezquita al-Adawiya, de El Cairo

Partidarios de Mursi

Un lema que lo dice todo
No hace falta ser muy listo o estar bien documentado para saber que los cristianos en general y los católicos en particular no solamente carecen de los derechos más elementales para practicar libremente su religión en la mayor parte de los países del Oriente Próximo, a excepción de Israel y de la Siria anterior al desastre que la asola desde hace más de dos años, sino que, con mucha mayor frecuencia son hostigados y hasta sangrientamente perseguidos en todos los territorios donde la barbarie islamista viene actuando.

En el “Informe sobre libertad religiosa en el mundo 2012” realizado por “Ayuda a la Iglesia Necesitada”, se denuncia una situación altamente problemática en aquellos países cuya constitución hace preceptiva una religión oficial que no deja espacio a otras creencias, como es el caso de Arabia Saudí, o en estados donde se expulsa legalmente a personas de diferentes credos, como sucede en Tayikistán.


En Arabia Saudí, centro del wahabismo, no es admitida la existencia de ningún otro culto, estando prohibida incluso las reuniones de amigos en domicilios particulares con finalidad religiosa. Arabia Saudí es una de las dictaduras más férreas que existen en el mundo, pese a ser el gran aliado de Estados Unidos y estar bien vista por las naciones de la Unión Europea. El petróleo y su ostentosa familia real son vistas con buenos ojos mientras se silencia la flagrante vulneración de derechos humanos que sufren los que allí residen.

La petromonarquía saudí es firme defensora del wahabismo, la interpretación más radical del islam, donde la sharia es la ley oficial que aplica el Estado. Cualquier vestigio de libertad religiosa es una quimera. Incluso los musulmanes que no profesan esta corriente son perseguidos en el país, lo que permite imaginar cómo viven los cristianos que habitan en Arabia Saudí. La persecución religiosa en el país va más allá de lo imaginable, mientras la monarquía real saudí financia la construcción de mezquitas por todo Occidente, en su país no pueden existir iglesias ni sinagogas. Todo lo que se salga del wahabismo oficial debe vivirse de manera clandestina y expuestos siempre a la policía religiosa, que está formada por más de cinco mil hombres.

Oficialmente los sacerdotes no pueden entrar en el país y no pueden celebrarse cultos más que en las sedes de algunas embajadas. Los católicos pueden rezar sólo en sus casas, sin reunirse con otras personas, incluso si son parientes o amigos. Si algún sacerdote es descubierto será inmediatamente encarcelado hasta su expulsión del país. Camille Eid, experto en iglesias de Oriente Medio y profesor de la Universidad de Milán, que ha vivido en Yeddah durante dos años, cuenta que tenía miedo de felicitar la Navidad incluso por teléfono, porque temía que alguien pudiera estar escuchando, estando prohibida vender cualquier postal con temas no musulmanes.

El profesor Camille Eid
A pesar de que los cristianos, con cerca de un millón de creyentes, en su mayor parte trabajadores extranjeros, son el mayor grupo no musulmán en el país, Eid confirma que “está prohibido tener Biblias, imágenes religiosas o rosarios, y si se detectan en el aeropuerto son confiscados de inmediato“. Cualquiera que vaya a Arabia Saudí debe saber que todos los residentes están sometidos a la sharía y nadie puede oponerse a ella, ya que equivale a oponerse al islam. De este modo, a su llegada al aeropuerto se le informa de inmediato de que debe cumplir las estrictas leyes islámicas. La persecución a los cristianos puede llegar hasta la muerte, si se trata de un converso procedente del islam, lo que es considerado apostasía. Los cristianos filipinos, indios y eritreos son torturados en las prisiones si se descubre que practican su religión, como ha sido el caso de Mussie Eyob, un cristiano eritreo que se enfrenta a la pena de muerte después de ser arrestado por haber compartido su fe con musulmanes. El 12 de febrero de 2011 fue detenido por las autoridades en una mezquita de Yeddah, la segunda ciudad en habitantes de Arabia Saudita, adonde fue con el fin de contactar con los musulmanes locales después de haber estado hablando sobre el cristianismo en la Embajada de Eritrea durante tres días. Eyob fue arrestado por predicar a los musulmanes, un delito que conlleva la pena de muerte en Arabia Saudita. Semejante osadía hizo dudar inicialmente de su salud mental, pero los médicos sauditas confirmaron que es apto para el juicio y la sentencia. Luego fue trasladado a la prisión de alta seguridad de Briman.

Musie Eyob
El Observatorio de los Derechos Humanos (HRW, por sus siglas en inglés) condenó la detención y la tortura de los treinta y cinco cristianos etíopes que fueron arrestados en Arabia Saudí el 30 de diciembre del año pasado. HRW a través de un comunicado exigió a las autoridades saudíes que liberara a estos detenidos y que no los deportara del territorio saudí.


El grupo de etíopes, entre ellos veintinueve mujeres, se reunieron en el domicilio de uno de ellos el pasado 15 de diciembre para celebrar el Adviento previo a la Navidad, cuando la policía irrumpió en la casa y los arrestó por blasfemia y ateísmo. HRW también acusó al país árabe de haber sometido a registros corporales arbitrarios a las mujeres que formaban parte del grupo que fue detenido.

Mientras los islamistas, financiados por Arabia Saudita y/o Irán mayormente, exigen que se les deje predicar en las iglesias europeas e incluso poder disponer de ellas para sus servicios religiosos, en Irán y Arabia Saudita se aplica la horca y la decapitación, respectivamente, a quien tiene la osadía de convertirse a otra religión, el peor pecado que un musulmán puede cometer: la apostasía.

Decapitación en Arabia Saudí

La horca, en Irán
En cuanto al “pacificado y democratizado” Irak, la violencia terrorista generalizada y la marginación social, agravada por la falta de libertad religiosa y la pobreza, han propiciado una huida masiva de la comunidad cristiana iraquí, que ha pasado de un millón a quinientos mil fieles en los últimos diez años, según explica el obispo iraquí monseñor Shelmon Warduni, quien gráficamente resume la situación diciendo que en la actualidad “hasta los fetos quieren emigrar”, de tal manera que “más de la mitad de la población católica está ahora mismo fuera del país".

En Siria, que tradicionalmente ha sido el único país del Próximo Oriente en el que los cristianos han venido manteniendo los mismos derechos e idéntica protección que las demás comunidades religiosas, las cosas cambiaron radicalmente en cuanto los yihadistas, que por aquí se prefiere llamar “rebeldes”, convirtieron a los barrios cristianos de Damasco y Alepo en el centro de sus ataques con coches-bombas y terroristas suicidas, mientras que en las zonas ocupadas vienen aterrorizando a los cristianos con sus permanentes atrocidades, desde secuestros masivos a degollaciones, como la del padre Murad, franciscano perteneciente a la Custodia de Tierra Santa.


Yihadistas sirios ante una vidriera con la imagen de San Jorge
Desde que los rebeldes sirios y los grupos yihadistas se hicieron con el control de una docena de barrios en Alepo, la vida de los cristianos de esta ciudad milenaria se ha vuelto imposible. La mayoría han huido a localidades que están bajo control del régimen de Bashar Al-Assad y los pocos que quedan apenas se atreven a salir de sus casas. Muchos de los dueños de las fábricas de Sheij Nayar, el cinturón industrial de Alepo, eran cristianos que se vieron obligados a cerrar sus factorías cuando grupos yihadistas como el Frente al Nusra o Ahrar Al Shams les obligaron a pagar un impuesto revolucionario a cambio de protección.

Yihadistas en Alepo, el jueves día 9 de julio de 2013
Los nuevos dueños de Alepo

Yihadista arrojando un cóctel molotov en al-Din, un suburbio del norte de Alepo,
 el día 8 de julio de 2013
Hasta hace un año, Alepo era una ciudad tranquila dentro del avispero sirio, pero desde que llegaron los combatientes de Liwa al-Tawhid y el Frente al- Nusra (la principal milicia salafista en Alepo), la ciudad se está islamizando por la fuerza. En los barrios de Harare, Al-Shaar, Saif al-Daula y Tariq Al Bab (todos ellos bajo control rebelde) se ha implantado la saharía islámica. En las mezquitas, los sheij (clérigos musulmanes) han prohibido a las mujeres conducir y les obligan a llevar el hijab (pañuelo musulmán) y planean la creación de una policía religiosa al estilo de Arabia Saudí o el Irán chiita de los allatolah.

Yihadistas, llamados aquí "rebeldes", en una calle de Alepo

Grupo de yihadistas en el entierro de un compañero caído en combate cerca de Alepo

La extinción de los cristianos sirios:


Mensaje de los rebeldes sirios a los cristianos: “Convertíos al islam o morid”:


Por citar un solo ejemplo, en Rableh, situado en la provincia de Homs, fueron secuestrados ciento cincuenta greco-católicos, según denunció Gregorios III Lahan, Patriarca Melquita de Damasco.


El Patriarca Greco-católico de Damasco,
Gregorios III Lahan 

Tras los atentados con explosivos acontecidos el 21 de febrero en Damasco, Gregorios III lanzó una petición que que no ha sido atendida: "Hacemos un llamamiento al mundo entero para que se detenga el envío de armas a Siria".

En Egipto la situación ha sido muy parecida hasta que se produjo el derrocamiento del gobierno presidido por Mursi:

Los Hermanos Musulmanes, contra los cristianos




El número de personalidades musulmanas que han amenazado a los cristianos egipcios es significativo: en diciembre de 2012 Safuat Hegazy, un destacado predicador de los Hermanos Musulmanes, amenazó a todo cristiano que se atreviera a votar en contra de la Constitución propugnada por Morsi, fuertemente influida por la sharia. En este vídeo Hegazy amenaza:

Un mensaje a la iglesia de Egipto de un musulmán egipcio: le digo a la Iglesia -por Alá, y, de nuevo, por Alá- que, si conspira y se une a los despojos [la oposición] para derribar a Morsi, la cuestión será otra [gritos de "¡Alá es grande!", "¡Nuestra alma, nuestra sangre, te damos, oh islam!"] (…) Hay líneas rojas, y la nuestra es la legitimidad del Dr. Mohamed Morsi. A quien salpique agua sobre él, nosotros le salpicaremos con sangre" [más gritos enfervorecidos de "¡Alá akbar!"].

Ver vídeo:


Hace pocos meses, mientras comentaba las protestas que se estaban produciendo contra Morsi, el jeque Abdulá Badr, erudito de Al-Azhar y profesor de exégesis islámica, afirmó lo siguiente en una emisión en directo:

Juro por Alá que… el día que quienes salieron [a protestar], encabezados por los cristianos… lo digo con toda la fuerza de mi voz… el día que crean que se acercan al Dr. Morsi, yo… nosotros… les sacaremos los ojos, y [a] todos los que les apoyan, incluso de América. Y América arderá, con todos sus habitantes. Tenedlo por seguro, el día en que una mano cualquiera, relacionada con quien sea, toque al Dr. Morsi, por Alá que ese día será el último para nosotros. No los dejaremos, ni les mostraremos clemencia alguna.

El éxodo cristiano de los países musulmanes:


Creo que después de los testimonios absolutamente verificados que he dejado expuestos, sin necesidad de echar mano a lo que sucede en otros países islámicos, como Pakistán, Sudán, Libia, Túnez, Nigeria, Mali y tantos otros, cabe decir que, como afirmé al comienzo de esta entrada, no es preciso ser una eminencia gris para saber que los cristianos son víctimas de la yihad islamista en medio mundo. Por eso causa asombro y hasta vergüenza que el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, resumiera hace pocos días la posición de la Santa Sede sobre los acontecimientos que vive el país del Nilo diciendo que: "El renacimiento de Egipto debe surgir del respeto recíproco de todas las religiones. No se puede hacer uso de la fuerza, la violencia, el terrorismo o el poder militar para resolver asuntos que conciernen la fe".

Cardenal Leonardo Sandri
No deja de sorprender que la declaración combine en la misma frase "terrorismo islamista" y "poder militar", pese a que los cristianos egipcios consideran a los militares como sus protectores. La Iglesia Copta Católica ha sido blanco predilecto de los ataques dirigidos por los Hermanos Musulmanes y denunció a los partidarios de Morsi por haber atacado e incendiado cincuenta y ocho iglesias e instituciones cristianas.



Interior de la Iglesia Príncipe Tadros, en Minya, Egipto

Exterior de la misma iglesia




El padre Rafic Greiche, portavoz del episcopado católico egipcio, espera que el Vaticano logre establecer un diálogo entre Estados Unidos y Europa para que entiendan que en Egipto se está llevando a cabo una guerra contra el terrorismo islamista.

En declaraciones a la agencia I-Media, el religioso invitó a Naciones Unidas y al Consejo de Europa a evitar tomar medidas contra el nuevo Gobierno y a no recortar la ayuda. "Como cristianos, preferimos que Occidente no intervenga. Para los Hermanos Musulmanes, una intervención extranjera justificaría el regreso del régimen de Mursi", comentó.


Pero, por lo que se ve, para la Santa Sede es más importante apuntarse a la política buenista que la Unión Europea mantiene sobre Egipto, exactamente la contraria que defiende respecto a Siria, que ponerse de parte de sus fieles perseguidos y hasta masacrados.

Aunque seguramente le adornan otras virtudes, aparte de esa pregonada voluntad de pobreza que tan bien ha calado en las masas, pero que para mí no deja de ser parte de esa retórica pueril, por previsible, tan propia de la corrección política imperante, no parece que el Papa Francisco tenga la altura y claridad intelectual de Benedicto XVI, ni tampoco su aguda visión de los problemas que conlleva la ideología islamista no solamente para los cristianos, sino para todo el mundo.

El Papa Francisco con la camiseta de su equipo favorito, el San Lorenzo de Almagro 

El Papa Rantzinger ya fue víctima de una dura campaña de desprestigio por parte de muchos dirigentes y organizaciones del mundo islámico y, como suele suceder, de todos aquellos que en Occidente son partidarios de esconder la cabeza y se niegan a reconocer el peligro que para la paz mundial supone el islamismo. La controversia de Benedicto XVI con el islam comenzó el 12 de septiembre de 2006, cuando el Pontífice impartió una conferencia titulada «Fe, razón y la universidad: memorias y reflexiones» en la Universidad de Ratisbona (Alemania), en donde fuera profesor de Teología. Entonces, en el contexto de su discurso, el Papa refirió una cita histórica («duras palabras», según Benedicto) procedente de un diálogo de 1391 entre el erudito emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un persa culto acerca del tema religión, razón y la guerra santa. Estas fueron las palabras del emperador: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”.


Nuevas descalificaciones tuvieron lugar después de que durante la recepción al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo del Año Nuevo de 2011, Benedicto XVI pidiera a las autoridades de Irak y a los jefes religiosos musulmanes que "sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad y puedan seguir dando su aportación a la sociedad de la que son miembros con pleno derecho". En el caso de Egipto, el Pontífice había recordado el atentado ocurrido días antes en Alejandría contra "los fieles reunidos en oración en una iglesia". Según el Papa, "esta sucesión de ataques es un signo más de la urgente necesidad de que los gobiernos de la región adopten, a pesar de las dificultades y amenazas, medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas". En este sentido, reiteró que en Oriente Próximo "los cristianos son ciudadanos originarios y auténticos, leales a su patria y, por ende, cumplen con sus deberes nacionales", por lo que "es normal que puedan gozar de todos los derechos como ciudadanos".

Cristiano copto protegido por miliares egipcios después de que fuera agredido
 por los partidarios del destituido presidente Mursi
Como reacción a esta defensa explícita, el Gobierno de Egipto pidió a su embajador ante el Vaticano que fuera a El Cairo para evacuar consulta, por considerar que las declaraciones papales tocaban asuntos internos egipcios y suponían una “interferencia inaceptable”, según manifestó en una declaración remitida a la Agencia Reuters el entonces portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio, Hossam Zaki.

En concordancia con esta postura firme ante las persecusiones islamistas, en la última semana de febrero de este mismo año de 2013, en los momentos últimos y difíciles de su pontificado, el Papa Benedicto XVI tuvo suficientes arrestos para negarse a recibir en el Vaticano a los representantes de la oposición siria, pese a la fuerte insistencia del embajador de Francia ante la Santa Sede, Bruno Jouber.

El portavoz vaticano explicó que la audiencia papal no sería posible mientras el máximo representante de la oposición siria no condenara la violencia de los insurgentes contra los civiles en general y la minoría cristiana, en particular. La fuente vaticana añadió que la Secretaría de Estado del Vaticano tenía la intención de recordar al embajador francés que esta oposición expresó claramente su apoyo a Al-Qaeda, representada por el "Frente Al-Nusra", que juega un importante papel en los ataques librados contra los cristianos en Siria, así como también lo hacen grupos armados de la Hermandad Musulmana, que constituye la columna vertebral de la coalición opositora.


Aunque no cabe pretender que la diplomacia vaticana se pronuncie con la claridad que lo ha hecho Milad Sedky, sacerdote lazarista egipcio y analista del Oasis Center, quien ha afirmado que llamar “golpe de Estado” a lo sucedido en Egipto con la destitución de Morsi por los militares es propio solamente de la propaganda de los Hermanos Musulmanes, tampoco creo que lo más oportuno sean los juicios emitidos por el cardenal Sandri, también argentino y perteneciente al entorno más próximo del Papa Francisco.


Ambos, el cardenal Sandri y el propio papa Bergoglio harían muy bien en leer atentamente un librito, de muy fácil lectura, escrito por un laico, Marcello Pera, catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Pisa, y por un gran teólogo católico, Joseph Ratzinger, antes de convertirse en Benedicto XVI. Me refiero a “Sin raíces, Europa, relativismo, cristianismo, islam”, publicado en España por Ediciones Península, en el año 2006.


Pese a partir de posiciones distintas, el profesor Pera y el teólogo y también profesor universitario Joseph Ratzinger, están de acuerdo en que la Europa de hoy es la que predica la idea relativista de que no existen valores universales, ni siquiera esos grandes principios que civilizaron al mundo. La que se manifiesta por la paz incluso cuando se le advierte que la “guerra santa” del fanatismo islamista y la que, para no llamar a los problemas por su nombre, utiliza un “lenguaje políticamente correcto”.

El profesor Marcello Pera
De entre sus alumbradoras páginas, me he atrevido a entresacar los siguientes párrafos (páginas 44 a 46) en los que se intenta responder a la pregunta de por qué actúa Europa como lo hace ante el terrorismo islamista:

Porque, no sabiendo encontrar una identidad propia, Europa, cuando se trata de su fe y de su seguridad, no sabe expresarse con una sola voz, dotarse de una estrategia común, hacer valer un interés supranacional o estratégico; a lo sumo, alguna veleidad de hegemonía local. ¿Por qué? Porque hace un análisis equivocado del terrorismo islámico, creyendo que se trata de un fenómeno circunscrito y rápidamente reabsorbible. Porque considera que la del terrorismo es una guerra reactiva, no agresiva. Porque ha experimentado y disfrutado de la paz durante sesenta años y propende a creer que la paz es un estado de naturaleza y un derecho natural, o que puede existir una “paz perpetua”. Porque de que garantizar la seguridad es un tarea que compete a los demás. Porque piensa que ningún precio es demasiado elevado para conseguir la paz, aún a costa del "appeasement," o de estragos sufridos en territorio propio, o de tener que levantar las manos frente a los terroristas. Porque es impotente y extrae un principio de su propia impotencia...

Pero cabe preguntarse, ¿por qué combatir y arriesgar? ¿Acaso se trata de una guerra? Mi respuesta es , existe una guerra, y creo que es responsabilidad nuestra reconocerlo y decirlo, aunque parezca políticamente correcto silenciarlo.

De Afganistán a las Filipinas, pasando por Cachemira, Chechenia, Dagestán, Osetia, Arabia Saudí, Sudán, Bosnia, Kososvo, Palestina, Egipto, Marruecos, en buena parte del mundo islámico y árabe, importantes grupos fundamentalistas, radicales, extremistas talibanes, Al Qaeda, Hezbollah, Hamas, Hermanos Musulmanes, Yihad Islámica, Grupo Islámico Armado y otros muchos ̶ han cdeclarado una guerra santa a Occidente, la yihad. Lo han dicho, escrito, comunicado, predicado y difundido con letras muy claras. ¿Por qué no tomamos nota?

Se dirá: no es propiamente una guerra, sino un conflicto declarado por algunos grupos minoritarios. Y yo respondo: no; aunque sea un conflicto, es un conflicto armado. Se dirá aún: son actos de terrorismo por parte de unos fanáticos. Y yo respondo: no; el terrorismo es el instrumento de la guerra combatida, y “unos fanáticos” son en realidad muchísimos terroristas. Se objetará finalmente: nosotros no podemos combatir a nuestra vez con las armas. Y yo respondo: espero sinceramente que no tengamos que hacerlo, pero, ¿por qué excluir lo? Si fuera una guerra, y esta fuera justa y en defensa propia, ¿no justifica acaso la guerra el propio cristianismo cuando ésta se hace en legítima defensa? ¿No ha librado el propio cristianismo guerras parecidas en otras épocas y también en época reciente?

Que no se me malinterprete por no haberme prestado debida atención o incluso deliberadamente. No estoy lanzando aquí una declaración de guerra o estado de guerra de Occidente. Estoy diciendo otra cosa, que a mí me parece también más importante: estoy hablando de ser conscientes de la existencia de una guerra declarada a Occidente. No estoy en absoluto pidiendo el rechazo del diálogo, especialmente importante con esos países islámicos que desean mantener con Occidente unas relaciones de convivencia recíprocamente beneficiosas. Estoy pidiendo una cosa más fundamental: a saber, que seamos conscientes de que el diálogo no sirve para nada si, de antemano, uno de los dialogantes ha declarado que una tesis es igual que la otra.

S.S. Benedicto XVI
Quiero cerrar esta larga cita y también ir acabando ese artículo de mi Blog con la siguiente reflexión de Joseph Ratzinger: “Aquí hay un odio a Occidente a sí mismo, que es extraño y que se puede considerar como algo patológico; Occidente intenta, de manera loable, abrirse lleno de comprensión a valores externos, pero ya no se ama a sí mismo; de su propia historia sólo ve lo que es execrable y destructivo, mientras que ya no está en situación de percibir lo que es grande y puro”.

Dos niños católicos coptos rezan en una iglesia calcinada 

Como europeo y español que soy, siento, a la vez, tristeza y angustia al comprobar cómo la España de hoy es exponente, mejor que otras naciones europeas que conozco, de este desolador panorama que nos muestran Pera, el filósofo, y Ratzinger, el teólogo. Así como que la Alianza de Civilizaciones creada por Rodríguez Zapatero a imágen y semejanza de su iluminismo pueril e infantiloide, pero tan dañoso, es el mejor espejo de todos los males que denuncian estos doctos varones.

Finalmente, y para decirlo todo, mucho me temo que, por lo que llevamos visto, poco o demasiado según quien lo observe, tanto el cardenal Leonardo Sandri como el Papa Bergoglio estén más próximos a la Alianza de Civilizaciones zapateril que a las ideas expuestas con tanta lucidez por los dos ilustres autores del libro al que tan extensamente me he referido. Por eso, tanto a Sandri como a Bergoglio, me atrevería a pedirles que examinen el mapa para que se aperciban bien del punto geográfico dónde se ubica Roma, bastante alejado, por cierto, de los barrios bonaerenses de La Boca o de Palermo. Y todo para que no confundan al Vaticano con el estadio ese que llaman “la Bombonera”. O con el “Nuevo Gasómetro” del San Lorenzo, que tanto da. Aunque sea el preferido del Papa Francisco.
BUENOS AIRES. Estadio llamado el "Nuevo Gasómetro" del San Lorenzo de Almagro

ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO. Basílica de San Pedro

Y es que debo reconocer que cuando vi al Papa Bergoglio a la vuelta de su periplo por Brasil, entrando a la Archibasílica de Santa Maria Maggiore con una pelota de playa verde "amarelha" y la depositó sobre el altar como si fuera la ofrenda más natural del mundo, por las noches tengo extraños sueños que, por el momento, prefiero no divulgar para no asustar a nadie.





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