jueves, 28 de febrero de 2013


         CASTEL GANDOLFO Y EL LAGO ALBANO
      Un paraíso en la región de Castelli Romani


Camino de Castel Gandolfo
Entorno forestal de frondoso arbolado

Desviación a la derecha hacia el Lago Albano.
 Al fondo queda Rocca di Pappa

Cruce y carretera de bajada a Castel Gandolfo
Puerta de entrada a Castel Gandolfo




Parece impensable que Roma, una ciudad tan extensa y visitada por peregrinos, viajeros y turistas desde la antigüedad clásica, tenga a tiro de piedra, como quien dice, tantas pequeñas localidades de increíble belleza y singulares enclaves en los que la naturaleza se alía con muchas obras extraordinarias realizadas por la mano del hombre, para componer parajes idílicos en los cuales no sé qué cabe admirar más, si el apacible regalo de sus zonas boscosas y románticos lagos o las formidables ruinas, castillos, palacios, iglesias y abadías que surgen como por ensalmo como perlas escondidas, incrustadas a lo largo de las incontables rutas que encuentran en la Ciudad Eterna su meta de salida y también de llegada, es decir, que se trata de cortos itinerarios al alcance de cualquiera, porque es posible recorrerlos en un solo día y que, por eso mismo, permiten conjugar la estancia en la ciudad más monumental del mundo con cortas excursiones a sus alrededores, que tienen como común denominador la más exquisita belleza así como la completa ausencia de visitantes y en los que, por eso mismo, la tranquilidad del viajero está más que asegurada.

La razón de esta aparente anomalía está en que las estancias medias del turista romano se apañan con la visita a los lugares más conocidos y de imprescindible conocimiento, en los cuales afluyen las riadas viajeras llevadas de acá a allá por los guías, lo que permite que muchos de los más interesantes lugares de la propia Roma sean poco transitados y su visita suponga experiencias inolvidables para cualquier viajero curioso o medianamente informado.

Mirador en la carretera sobre los Montes Albanos y la llanura del Lacio romano

Castel Gandolfo y el lago Albano.
En segundo término, la llanura lacial con el horizonte marino al fondo. 
Uno de los más sorprendentes enclaves próximos a la urbe romana es Castel Gandolfo, la pequeña villa pontificia de los Castelli Romani suspendida sobre los taludes que descienden hasta el quietísimo azul del lago Albano y que hoy ha cobrado meteórica actualidad por ser el lugar donde residirá Benedicto XVI hasta que llegue el día de su instalación definitiva en el convento situado en los jardines vaticanos. Por eso, me ha parecido oportuno colocar en Facebook esta colección de fotos que hablan por sí solas de la belleza de Castel Gandolfo y del lago a cuyo borde se asoma la villa y el Palacio Pontificio, edificado en el mismo enclave elegido por el emperador Domiciano para su residencia campestre, la “Albanum Domitiani”, en cuyo emplazamiento construyó, en torno al año 1200, su castillo feudal la familia genovesa de los Gandolfos, alrededor sel cual surgió la actual villa de Castel Gandolfo.

Al trasponer la puerta de la villa, lo primero que se ve es el Palacio Pontificio 








Piazza della Libertà

Fuente barroca en Piazza della Libertà

Fachada principal del Palacio Papal









La Sede Apostólica tomó posesión del lugar a finales del siglo XVI bajo el pontificado del Clemente VIII Aldobrandini, aunque la transformación de la antigua fortaleza en residencia papal fue llevada a cabo a mediados del siglo siguiente por Urbano VIII, el primer papa que la habitó después del acabamiento de las importantes obras de reconstrucción realizadas bajo la dirección del gran arquitecto Carlo Maderno, artífice de la fachada actual de la Basílica de San Pedro. 

En la uno de los lados de la Piazza della Libertà, a la que se abre la fachada prioncipal del Palacio Pontificio, esta la Iglesia Parroquial de Santo Tomás de Villanueva, de exquisitas proporciones y elegante diseño de Gian Lorenzo Bernini.



  









































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